Los ojos amarillos de los cocodrilos

domingo, 11 de julio de 2010

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha necesitado recurrir a parábolas y leyendas que lo ayudaran a entenderse a sí mismo y lo alejaran de sus propios temores: empezando por las primeras formas rituales de los antiguos pueblos orientales, destinadas a atraerse el favor de los dioses, pasando por esa escuela para la vida que supuso la tragedia griega, hasta la gran variedad de mitos y cuentos populares que han pervivido hasta nuestros días, y de los que aun seguimos echando mano en la actualidad, mientras tratamos de orientarnos entre los múltiples retos y oportunidades que nos plantea la vida.

Creo que es a partir de esta idea de recreación mítica del sentido de la vida como tenemos que entender esta, aparentemente, sencilla novela: como un cuento de hadas, en versión actual, lleno de metáforas y destinado a hacernos mirar dentro de nosotros mismos en nuestra búsqueda de la realización personal y la felicidad.

Por eso, los problemas que plantea la novela nos resultan tan comunes: la rivalidad entre hermanas, el lado oscuro del poder y la riqueza, la esperanza y el renacer ocultos tras la noche oscura del alma. Por eso también los personajes buenos, tras superar un sinfín de obstáculos, y sin caer nunca en el desaliento, se llevan al final del libro el trofeo. Los cínicos e indolentes, a quienes todo les es dado por nacimiento, lo pierden, y al final, mucho purgatorio y mucho rechinar de dientes.

Los ojos amarillos de los cocodrilos ha conseguido un enorme éxito en Francia con más de un millón de ejemplares vendidos. Su autora, Katherine Pancol, ha mencionado como causa de su buena acogida el hecho de que su obra refleja todas aquellas situaciones "cotidianas y corrientes" que se dan a diario y que hacen que todos nosotros, hombres y mujeres, nos comportemos "como cocodrilos" cambiando de piel según vamos avanzando a lo largo de nuestra vida.

La novela tiene lugar en una zona de las afueras de París. Relata los conflictos y peripecias vitales de Joséphine, una mujer de 40 años, madre de 2 hijas, Hortense y Zoe, que de la noche a la mañana se encuentra con que todo su mundo y su pretendida seguridad familiar se rompe: Antoine, su marido, en paro desde hace tiempo, e incapaz de encontrar un nuevo trabajo, la abandona por la joven peluquera Mylène y abre un negocio en África, dedicado a la cría de cocodrilos.

A partir de ahí, Joséphine, cuya existencia hasta entonces había transcurrido entre su dedicación a la familia y sus estudios sobre la Edad Media, habrá de hacer frente ella sola al sostenimiento y la educación de sus hijas y a los innumerables conflictos cotidianos a los que se enfrentan las mujeres hoy día.

Poco a poco, sin embargo, Joséphine —que en ocasiones nos recuerda bastante al personaje de Bridget Jones— irá descubriendo que no es tan difícil vivir sin la protección de un marido y así, pese a las primeras lágrimas y reproches, conseguirá salir adelante gracias a su tesón, sus conocimientos sobre la Edad Media y el apoyo de su amiga Shirley.

Y entremedias, los conflictos familiares no resueltos. Una madre autoritaria, Henriette, que siempre la ha menospreciado frente a su atractiva y rica hermana, Iris. Un padre que la quiere y la protege, pero que muere joven, cuando Joséphine es aun una niña. Su padrastro, Marcel Grobz, un hombre rudo pero entrañable, que encontrará en su amante, Josiane, el calor y el hijo que su mujer le ha negado. Y sus hijas, la adolescente y altanera Hortense, que adora a su tía Iris y a todo cuanto ella representa y menosprecia a su madre, precisamente por carecer de todo aquello que ella valora más: el dinero, el poder, el ser capaz de todo con tal de llegar a la cima, de que se hable de tí, que te admiren... Y su otra hija, Zoe tan parecida a Joséphine, y que parece perpetuar en su hermana la rivalidad no resuelta entre la madre y la tía.

Pese al tono desenfadado y un tanto naif de la novela, la historia intercala pasajes y reflexiones verdaderamente brillantes sólo por éstos vale la pena leer el libro sobre el sentido último de nuestro paso por la vida, la necesidad de sobreponernos a los conflictos y de reinventarnos cada día, aunque todo parezca ponerse en contra, y especialmente acerca de la capacidad que tenemos todos los seres humanos para decidir el tipo de vida que deseamos y en qué queremos convertirnos, independientemente de las circunstancias externas.

En estos pasajes, que reflejan el proceso de transformación interior que vive Joséphine, es donde se revela realmente la madurez de pensamiento de su autora y la lucidez con la que aborda en la novela los conflictos y temores de nuestra sociedad.

Katherine Panacol ya está trabajando en el guión de la película que llevará su libro a la gran pantalla, a cargo del cineasta Claude Lelouch.

El éxito conseguido por su autora con esta historia, la ha animado, además, a escribir una segunda entrega en forma de thriller: El vals lento de las tortugas, que ya ha visto la luz el mes pasado en Francia.