Algo en lo que creer. Nickolas Butler

domingo, 1 de noviembre de 2020

La nueva novela de Nickolas Butler es una suerte de confesión, un sugestivo ejercicio dialéctico con el lector mediante el cual, su protagonista, Lyle, parece intentar eludir su incapacidad para comprender el por qué de un exceso de realidad que lo abruma y ante el que no haya respuestas.

Con una prosa pausada, la trama se despliega en pequeñas escenas, retazos cotidianos de la vida familiar de los Hovde en un pequeño pueblo de Wisconsin, en el Medio Oeste americano. Son instantáneas de una existencia brutalmente truncada con la muerte del primer hijo del matrimonio a los 7 meses de edad. Este hecho desencadena una profunda crisis espiritual en el protagonista:
Empecemos con una oración —dijo el pastor, y Lyle, ahora sí, fijó la vista al frente, pues era su costumbre, desde la muerte de Peter, no rezar, sino permanecer en el mundo con los ojos abiertos, observando cómo rezaban los demás.”  

La vuelta al hogar de su hija Shiloh —madre soltera— y de su nieto Isaac, de 5 años, parecen devolver la alegría y el equilibrio emocional al matrimonio. La historia de los Hovde discurre de manera sencilla y confortable en la granja en la que viven, al calor de la comunidad que los ha visto nacer y en la que ha transcurrido toda su vida. 

Sin embargo, el fantasma de la pérdida de aquel hijo al que se le privó de infancia, la inquietante influencia que el novio de la hija —un pastor evangélico— ejerce sobre esta, la pesada carga que supone en ocasiones cuidar e intentar proteger a aquellos a quienes más queremos… acaban por socavar esa aparente seguridad en que han creído poder instalarse. 

A medida que avanza la novela Butler conduce al lector a un callejón sin salida en el que no hay certezas, a no ser la de que la imprevisibilidad es connatural a toda forma de existencia; que, pese a nuestras previsiones, parte de lo que nos sucede ocurre a espaldas de nosotros mismos, sin nuestro consentimiento y sin que podamos intervenir en el rumbo de las cosas. De ahí —parece decirnos Butler—, que todo intento por racionalizar retrospectivamente el curso de nuestra vida —lo que fue, lo que podría haber sido— se convierte en una tarea inútil. Lyle se encuentra inmerso en una soledad vital que nadie a su alrededor parece entender y que lleva a su mujer a decirle:
Uno puede no tener todas las respuestas, y está bien así... Hay algo dentro de ti que es… demasiado lógico o práctico, como si siempre necesitaras asignar un sentido a todo, enfocarlo desde la culpa o desde el éxito; pero la vida no siempre funciona así…
Paralelamente a la falta de fe, la novela ahonda en los dogmatismos religiosos y en el poder embaucador y destructivo de las sectas a partir de un caso real que tuvo lugar en un pequeño pueblo del estado de Wisconsin en el año 2008.

Una novela conmovedora, nostálgica, que se deja leer con interés y que tiene todas las posibilidades de convertirse en una de las lecturas más solicitadas este otoño.