La sabiduría del editor. Hubert Nyssen

martes, 28 de octubre de 2008

La sabiduría del editor, de Hubert Nyssen, es la segunda de las obras publicadas por Trama Editorial, dentro de su recién inaugurada colección Tipos móviles, dedicada al mundo del libro.

Que se ponga en marcha una nueva colección sobre la industria editorial, vista desde la óptica de los propios profesionales del sector, me parece una iniciativa, cuanto menos, encomiable, ya que, a excepción de las escasas obras que, a modo de memorias del oficio, han publicado a título personal algunos editores, son pocas en nuestro país las editoriales preocupadas por incluir en sus catálogos libros destinados a analizar en profundidad la realidad del mercado editorial.

Hubert Nyssen, fundador de la editorial francesa Actes Sud, uno de los referentes más importantes del sector a nivel internacional, ha recurrido también al libro de memorias para indagar en los avatares y entresijos del oficio, pero no se trata sólo de recordar el pasado, sino también de explicar el presente y de mirar al futuro, aunque el resultado sea en ocasiones una visión teñida de cierta melancolía y desesperanza.

Tras la lectura de la obra, me pregunto si, quizás, la respuesta a la cuestión que da título al libro, - dónde radica la sabiduría del editor-, no sea para Nyssen la reflexión obligada tras más de 50 años de trabajo, un alto en el camino para ajustar cuentas consigo mismo y con el oficio.

Una reflexión que comienza con el recuerdo de sus primeras tentativas editoriales durante la época universitaria cuando, recién acabada la guerra, Nyssen y un grupo de amigos más deciden fundar una pequeña editorial con la intención de explicarse, a través de la escritura, el horror de lo sucedido y de recomponer las piezas sueltas que había dejado a su paso la guerra. Sin embargo, la falta de recursos y de experiencia hizo que tanto ésta como una 2ª tentativa posterior fracasaran. Pese a las dificultades, y por aquello que dicen de que no hay 2 sin 3, al final lo consiguió, y en 1978 fundó Actes Sud.

Y es que, después de la experiencia que dan los años, Nyssen concluye que el oficio de editor, excepto unas pocas pautas aprendidas que dice haber recordado en ocasiones, se construye día a día a base de una buena dosis de intuición, osadía -aunque a veces pueda parecer locura a los ojos de los demás-, y en no dejarse llevar por lo que él llama el "clientelismo literario". A lo que añade:

"Ser editor... no es solamente poseer un savoir faire... Consiste en primer lugar en manifestar un querer hacer, aliado con un querer soñar. Es también en ocasiones un saber sobrevivir".

Pero como digo, Nyssen no se limita únicamente a rememorar el pasado. Y a continuación, el autor realiza una síntesis del momento actual de crisis estructural y de contenidos, que parece atravesar el negocio editorial; y alerta del peligro de un acercamiento demasiado próximo entre cultura y economía, que comienza a hacer mella en determinados ámbitos del sector, provocando que no pocas editoriales, -con la connivencia de los mismos autores, e incluso de los propios lectores, que no quieren quedarse al margen del espíritu de los tiempos-, acaben cediendo a las presiones de un mercado más preocupado por las ventas, que por la calidad de los textos que publican; de modo que, según dice Nyssen, la prueba de la existencia del autor se basa cada vez menos en sus aptitudes y más en las cifras de ventas.

Reflexiones éstas, que sirven para definir la línea que separa la mera ambición empresarial de la auténtica vocación literaria: el respeto y la sensibilidad necesaria del editor por el autor y la palabra escrita; la honestidad frente al lector anónimo, que es quien justifica en última instancia toda creación literaria y que obliga a la previsión de no recurrir a estrategias comerciales que tiendan a engrandecer la calidad de las obras; y el amor por el trabajo bien hecho, por lo que al libro como objeto físico se refiere, sin caer en presentaciones estridentes, más propias de publicistas que de editores comprometidos con la dignidad de la tarea.

Me quedo, como anotación final, con uno de los párrafos en que Nyssen pronostica con dolor el difícil equilibrio en que tendrá que saberse mantener el editor en un futuro próximo:

(El editor)... se encontrará pronto, mucho me temo, enfrentado cada vez más a una elección despiadada... a convertirse, sin duda alguna, en un vendedor de libros... a someterse a las leyes amañadas de los índices de audiencia, y con respecto a sus autores de éxito, a comportarse servilmente como un publicista que jamás encuentra el menor defecto a los productos de los clientes que anuncia. O bien, deberá entonces obstinarse en la loca ambición de seguir siendo un barquero que salva ideas y emociones... Pero es ése un destino para el que necesitará tanto heroísmo como talento.

Añadir, por mi parte, que como 2ª obra de a bordo en esta nueva colección, me parece una elección acertadísima que, sin duda, recomiendo.