El juicio contra Oscar Wilde, aun continúa abierto

domingo, 2 de noviembre de 2008

Dice el refrán aquello de que quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón.
P
ero, ¿cuántos años más hacen falta para perdonar a un escritor célebre su condición de homosexual?

Esto es lo que, al parecer, se pregunta el nieto de Oscar Wilde, Merlin Holland, quien según ha declarado en una entrevista concedida a la Agencia Efe, la sola mención a la figura de su abuelo aún crea resquemores en Inglaterra, más de un siglo después del famoso juicio que acabó con el destierro del autor irlandés.

Holland, quien también es escritor y editor de la correspondencia de Wilde, rememora en su reciente libro, "El marqués y el sodomita", el último de los juicios que tuvo lugar en 1895 contra su abuelo, acusado por el padre de uno de sus amantes, Lord Alfred Douglas, de sodomía.

Wilde y Douglas se conocieron en una fiesta, en el verano de 1891, cuando Wilde tenía 38 años y el que sería posteriormente su prometido, 22. A partir de entonces, mantuvieron una estrecha relación, llegando a compartir juntos casa y viajes.

El primer contratiempo que amenazó con sacar a la luz la relación tuvo lugar a raíz de las cartas encontradas por un amigo pobre de Douglas, Wood, en el bolsillo de un abrigo que Douglas le había regalado. Wood, junto a otros dos individuos más, aprovechó la circunstancia para chantajear a Wilde en diversas ocasiones a cambio de la devolución de las cartas.

Sin embargo, aunque el incidente no tuvo consecuencias, fue la oposición por parte del padre de Douglas, John Sholto Douglas, Marqués de Queensberry, y el cruce violento de ofensas entre éste y Wilde, lo que dió lugar a los tres largos procesos judiciales que acabarían con la condena formal de Wilde.

Ya antes, John Sholto Douglas había escrito a su hijo: "Tú intimidad con este Wilde debe cesar o te repudiaré y dejaré de darte dinero. No voy a entrar a analizar esas relaciones íntimas, y no haré cargos sobre ella; pero para mí hacerse pasar por algo es tan malo como serlo".

¿Quieren decir éstas palabras que Douglas se aprevochó en algún momento de la debilidad del escritor? Sea como fuere, y pese a las continuas amenazas por parte de su padre, Douglas hizo caso omiso de las mismas y prosiguió con la relación.

Hasta que en 1895, el padre de Douglas le escribió así a su hijo: " Tú, reptil, tú no eres mi hijo y nunca pensé que lo fueras". A lo que Douglas contestó: "Si O.W. te llevara a los tribunales por difamación, te pasarías siete años en la cárcel."

Lo cual hizo Wilde, dando lugar al primero de los tres juicios que tuvieron lugar. Douglas, padre, fue arrestado, pero su abogado encontró la manera de encontrar personas que testificaran contra Wilde y fue puesto en libertad.

El 26 de abril de 1985, comenzó el proceso. Aunque Wilde se defendió de las acusaciones, no logró sin embargo convencer al jurado. El 22 de mayo comenzó el siguiente juicio.

Pese a su ingenio y a su agudo sentido crítico, al parecer, las propias palabras de Wilde sirvieron para autocondenarse cuando, al ser preguntado sobre si había besado a un joven de 16 años, el autor contestó: "No, no, era demasiado feo".

Esta respuesta se interpretó como una frivolidad, que sin embargó contribuyó a decantar a la opinión pública en su contra.

El jurado, finalmente, acabó por considerarlo culpable, siendo condenado a dos años de trabajos forzados. Tras cumplir la pena, Wilde fue exiliado a París, donde residió con el nombre falso de Sebastián Melmoth. En 1900 falleció, arruinado moral y materialmente.

Para conocer más acerca del juicio contra Oscar Wilde, podeis consultar la información contenida en el blog Esta no es mi vida, traducción a su vez del relato de Douglas O. Linder, en la que me he basado para realizar este post.