Los políglotas. William Gerhardie

sábado, 24 de septiembre de 2016

William Gerhardie es un escritor a la altura de los grandes. Con una breve pero interesante carrera literaria a sus espaldas, resulta lamentable la poca fortuna que su obra tuvo en su momento frente a críticos y editores. Un lastre incluso para cualquier buen escritor.

Nacido en Rusia en 1895 en el seno de una familia de origen inglés, Gerhardie, poeta y soldado, vivió muy de cerca la Revolución de Octubre, al ser enviado a la Embajada británica de Petrogrado en calidad de agregado militar. Conflicto que obligó a la familia a regresar a Inglaterra.

En la Universidad de Oxford William Gerhardie, siguiendo su inclinación por las letras, se formó en Filología Inglesa y dio forma a su vocación literaria que, pese a su éxito inicial, acabaría por extinguirse en los medios literarios sin pena ni gloria, lo que le indujo finalmente a abandonar la escritura. Hasta que hace unas décadas su obra vivió un nuevo impulso de la mano de autores de la talla de William Boyd —principalmente— si bien otros escritores contemporáneos a Gerhardie, ya habían elogiado la genialidad de su escritura.

En Los Políglotas Gerhardie ficciona los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, obviando el análisis de los hechos históricos que enmarcaron el desarrollo de los conflictos bélicos, para recrear el periplo existencial de un nutrido y peculiar elenco de personajes —integrado por los parientes y conocidos de una pintoresca familia belga emigrada al Lejano Oriente—, representantes de los grandes movimientos migratorios que tuvieron lugar en todo el mundo, cuando familias enteras fueron condenadas a un exilio incierto.

El autor transita por las vidas de sus personajes como quien camina entre cristales rotos, intentando que sus palabras no los hieran aún más, sin juzgarlos, prestándoles apoyos a los que asirse. Para él solo son lunáticos buenos... a la deriva en un mar de chifladura, por contraposición a aquellos individuos aparentemente cuerdos —léase caudillos y combatientes— pero con una capacidad de destrucción mucho mayor, a quienes no duda en calificar de asesinos al por mayor.

El resultado es una novela tan sugerente como heterogénea en la que, a modo de tragedia bufa, pensamientos sombríos y reflexiones metafísicas cargadas de un pesimismo radical se alternan con escenas de una comicidad hilarante: de las miserias y penalidades de los personajes, Gerhardie hace virtud. Lejos de incitar la compasión del lector, sus historias provocan simpatía y no pocas carcajadas.

A lo largo de todo el libro Gerhardie dialoga continuamente con el lector, destinatario último de sus abundantes disquisiciones. En ellas el joven Capitán Alexander Diabologh —primo de la familia, a la que visita durante el transcurso de una misión militar en Japón— se pregunta, ante el sacrificio humano que deja a su paso la guerra, sobre el propósito último de la vida, sobre la irracionalidad que gobierna a menudo nuestras motivaciones, sobre la inconsistencia de nuestras certezas y opiniones más arraigadas. Arremete así, con amarga ironía, contra la violencia y los valores heroicos de la guerra —que elogian la muerte del enemigo y construyen a la vez monumentos a los caídos—, contra los políticos, contra los falsos ideales que ponen en pie revoluciones, contra el abuso de poder, contra los excesos de la burocracia, contra la muerte. En ocasiones, sus palabras traslucen un sentimiento trágico sobre la vida que excede su ámbito más personal para abarcar al ser humano y al mundo en su totalidad.

Tampoco olvida Gerhardie en su libro a los críticos literarios, a quienes se dirige en diversas ocasiones:

... A los reseñistas equivocados que condenaron mi libro anterior, y que condenarán este, yo los condeno de antemano. Mi último libro fue una macédoine de vegetales. Los críticos —perros grandes, perros pequeños, sabuesos y pekineses— se acercaron a olisquear aquel olor vegetal poco familiar y se alejaron, moviendo la cola en señal de confusión. Pero este tendrá más sustancia carnosa.

Es este, en fin, un libro que me ha hecho disfrutar muchísimo y que recomiendo como primer acercamiento a la escritura de este interesante —e injustamente olvidado— autor.

2 comentarios:

Letraherido dijo...

No tenía ni idea de que existía este autor. Tomo nota :)
Un saludo.

Anouka dijo...

Hoy he sabido que la editorial Impedimenta ha vuelto a apostar por este autor publicando una nueva novela "Hecatombe". Como digo en la reseña, me parece un escritor muy interesante, por lo que creo que la publicación de su obra es todo un acierto.