A contraluz. Rachel Cusk

domingo, 29 de enero de 2017

Con una interesante y consolidada trayectoria literaria en el mundo anglosajón, resulta incomprensible la poca fortuna editorial de Rachel Cusk en nuestro país. Autora de nueve novelas publicadas hasta la fecha, a las que hay que sumar tres libros más de género autobiográfico, en España su obra únicamente alcanzó cierta repercusión con la traducción, hace unos años, de Arlington Park, novela en la que Rachel Cusk explora las convenciones sociales y las frustraciones íntimas de un grupo de mujeres de la alta sociedad americana.

Rachel Cusk nació en Canadá en 1967, aunque en 1974 estableció su residencia en Inglaterra.

Escrita en el 2014, A contraluz es la primera de una trilogía cuya segunda obra que comparte protagonista acaba de ser publicada con el título original de Transit, aunque por el momento aún no ha sido traducida al español.

En A contraluz la autora narra la estancia de una escritora inglesa en Atenas, a donde acude para impartir clases de escritura creativa. Durante el viaje conocerá a diferentes personajes que, sumidos como la protagonista en la crisis de la mediana edad, compartirán con ella sin censuras y desde la distancia que da el paso del tiempo el recuento amargo de su pasado y de sus fracasos personales, de la pérdida y los sueños rotos.

La materia prima con la que Rachel Cusk construye su novela es la de la conversación como disparador de los recuerdos, como biografía sintética de la memoria personal. Mediante una penetrante y sugestiva voz narrativa, los diferentes interlocutores con los que se va cruzando la protagonista se confiesan y le descubren sin pudor sus emociones: las relaciones familiares, el amor, la soledad, las ambiciones truncadas.... en un intento por sacudirse la amargura y continuar adelante pese a las imperfecciones de sus vidas.  

En la novela Rachel Cusk arremete contra un mundo escindido, en el que los individuos se acoplan como pueden a las imposiciones de su entorno y en el que, más importante que el "ser", es el tener y el aparentar.

Independientemente de las distintas experiencias vitales y del camino recorrido, en la vida de todos ellos parece haber un mismo germen de fatalidad que, de una manera u otra, acaba por estallar cuando menos se espera, sin que haya una motivación clara que lo justifique, produciendo la conmoción de los protagonistas y llevándose a su paso todo aquello en que se cree y constituye la estructura de una vida. 

La ambición personal, el individualismo exacerbado, el deseo de reconocimiento o la incomunicación, son algunos de los ingredientes que laten tras las historias de divorcio, quiebras comerciales, amistades traicionadas o malestar vital, que relatan de manera recurrente los distintos personajes.

Pero si de algo parece alertarnos Rachel Cusk con su novela es de la necesidad del hombre contemporáneo de aprender a vivir de otra manera, de recuperar nuestra conciencia crítica frente a las manipulaciones del entorno y, muy especialmente, de un consumismo exacerbado. Pese a las promesas de bienestar y de realización personal que trajo consigo el siglo XX, este triunfalismo solo ha provocado que vivamos nuestras vidas en un estado de autoengaño y ensimismamiento. 

Tras los reiteradas historias de fracasos que pesan sobre los personajes, hay también una llamada de atención sobre la relatividad de los valores absolutos y la negación de la idea de perfectibilidad del ser humano; un mito occidental que arranca con la cultura de la Ilustración y en cuya falacia Rachel Cusk insiste reiteradamente a lo largo de las páginas de su novela.

En este sentido, la autora no aporta soluciones, pero lo que sí consigue con su libro es hacernos más conscientes del mundo que nos rodea y de la importancia de la cultura compartida como bien común, pese a la distancia física y las barreras emocionales tras las que nos parapetamos: en nuestra relación con los demás se da una influencia recíproca, que actúa sobre nuestras percepciones, juicios y actitudes y determina nuestra identidad personal y los roles que asumimos ante la vida.

Resulta oportuna la elección del país de Grecia geografía esencial de la cultura occidental— , sumido en la actual crisis, como el escenario donde los personajes cobran conciencia de la dimensión de irrealidad que han acabado por adquirir sus vidas. En la novela, el país se convierte en símbolo de la sensación de derrumbe moral de los protagonistas: "un país que vive de rodillas, sumido en una muerte lenta y agónica".

Con su novela Rachel Cusk contradice la idea romántica del escritor venerado y alejado de todo lo humano, que obvia que la vinculación con la realidad y la inmersión en las complejidades de la vida son parte importante del oficio de escribir, más allá del mero placer estético. O al menos, del tipo de escritor con el que se identifica Rachel Cusk en sus libros: las inseguridades personales, los problemas económicos, los traspiés editoriales... aparecen también en la historia a través de las vivencias de su protagonista y de algunos otros autores y periodistas con los que entabla conversación. 

Mediante una sugerente combinación de episodios y detalles reveladores, cada una de las historias narradas susceptibles, algunas de ellas, de generar por sí solas una novela aparte contribuye al resultado final.

A contraluz es un libro impactante por la lucidez que despliega Rachel Cusk a la hora de ahondar en las interioridades del ser humano y por el dominio con que traza personajes y situaciones. Una lectura muy recomendable por parte de una extraordinaria creadora de ficciones contemporáneas.

2 comentarios:

Letraherido dijo...

Es la primera vez que escucho hablar de esta autora. Tomo nota.
Un abrazo.

Unknown dijo...


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