Paradojas del best-seller

viernes, 25 de junio de 2010

Después de un período de reflexión, retomo la escritura en este blog, en el que continuaré vertiendo mis opiniones personales y experiencias acerca del mundo editorial y la literatura en general.

Para empezar, un apunte sobre un fenómeno que me llama la atención últimamente en relación a la capacidad de captación de algunos autores y cómo sus libros consiguen situarse repetidamente en las listas de los más vendidos.

Hay autores que después de ejercer un tiempo en el ámbito periodístico se ven tentados a escribir ficción, pero la vena de reportero no acaba de desaparecer y así vemos cómo sus novelas se sustentan en un elaborado trabajo de documentación que, si no se vierte en el texto en su justa medida, en ocasiones puede llegar a ahogar con su peso la propia historia.

Es el caso de algunos escritores actuales que han llegado a convertir sus libros en auténticos best-sellers. Sin embargo, habría que añadir que, en ocasiones, cuenta más la cuidada promoción editorial que rodea su publicación, orientada a despertar la curiosidad histórica y la vena erudita en el lector, que un interés real y consciente de éste por la lectura de un libro de este tipo.

Es una realidad que, a menudo, tras unas cuántas páginas de lectura, el lector acaba por abandonar el libro, abrumado por tanto dato y tanta información, más propia de un ensayo histórico que de una obra de ficción.

Esta ausencia de pathos, es decir, de auténtica empatía narrativa del texto y sus personajes, capaz de despertar la emoción y el interés del lector, se suple entonces por la vía de la documentación y la pretensión de historicismo, por la que la obra adquiere - ésta es la fórmula más habitual- el carácter de testimonio restituido de nuestro pasado, dando voz, por medio de sus protagonistas, a todos aquellos personajes anónimos de nuestra historia o a aquellos cuyas opiniones fueron silenciadas en su momento.